Este año cogemos el sol con más ganas que nunca, pero no debemos olvidar que tan necesaria es la luz solar para nuestra vida como importante protegerse de la radiación con un poco de sentido común. Los protectores solares juegan un papel primordial para garantizar la seguridad de nuestra piel, pero no es lo único que debemos tener en cuenta.
Hay algunos factores que debemos considerar para disfrutar de los días soleados y del aire libre sin exponernos a quemaduras solares y otros riesgos derivados de una exposición prolongada al sol. La aplicación de protectores solares, por sí sola, no es una garantía de seguridad. Aunque utilicemos un filtro solar alto y lo apliquemos con frecuencia, si pasamos horas bajo el sol, sobre todo en el pico de iluminación solar, es muy posible que nuestra piel sufra las consecuencias.
Además de la piel, una exposición prolongada al sol puede derivar en golpes de calor e insolaciones, cuyos síntomas van más allá del eritema en la piel y pueden llegar a provocar fiebre, mareos e incluso desmayos.
¿Qué debemos hacer, entonces? Sobre todo, actuar con prudencia y sentido común, especialmente en el caso de los niños y las personas de piel muy blanca. Hay que evitar la exposición directa en las horas centrales del día, cuando la incidencia de radiación ultravioleta es más elevada. En la página web de la Agencia Estatal de Meteorología podemos consultar cuál será el índice de radiación ultravioleta en nuestra provincia o municipio, lo que nos puede servir para orientarnos a la hora de tomar precauciones.
El índice de radiación ultravioleta está determinado por distintos parámetros. Hay que tener en cuenta que en los días parcialmente nublados, aunque la sensación térmica nos indique una temperatura menor, la incidencia del sol es fuerte, con el añadido de que, al no notar sus efectos de forma tan inmediata como en los días soleados, tendemos a protegernos menos.
El índice de radiación ultravioleta se mide en una escala del 0 al 20 y se clasifica como mínima (0-2), baja (3-4), moderada (5-6), alta (7-9) o muy alta (de diez en adelante). A mayor índice de radiación mayor debe ser la precaución a la hora de exponerse al sol.
Es importante tomar consciencia de que el sol no sólo actúa sobre la piel cuando nos exponemos a él de forma consciente, en la playa, la piscina o la montaña, sino que la radiación llega a la piel cuando caminamos por la calle o hacemos actividades al aire libreen horas de mayor incidencia.
La época del año también influye en la intensidad de radiación UV que llega a la superficie de la Tierra. Es a finales de la primavera y principios del verano cuando mayor radiación se recibe, mientras que a finales del otoño y principios del invierno, la radiación es mucho menor.
Tampoco debemos olvidar que la inmersión en agua no evita la incidencia de los rayos solares y, más bien al contrario, los rayos ultravioletas penetran el agua hasta una buena profundidad. Esto implica que, por una parte, no debemos bajar la guardia cuando nos bañamos en el mar o la piscina y, por otra, hay que hacer un uso frecuente de los protectores solares y utilizar aquellos que resisten al agua. Aplicaciones frecuentes de fotoprotectores con un índice de protección alto y descansos a la sombra son fundamentales para evitar quemaduras y otras afecciones, especialmente cuando hablamos de niños.
Y, sobre todo, debemos tener en cuenta nuestro fototipo para elegir los protectores solares adecuados a nuestra piel. En este otro post os explicamos qué tipos de filtros solares existen (físicos, químicos, minerales…) y cómo elegir el más adecuado a nuestra piel.
La gorra, sombrero o visera nos ayudará también a evitar insolaciones y a proteger la vista del sol. Las gafas de sol también son un complemento imprescindible para los días soleados, en mayores y, sobre todo, en niños, cuyo cristalino, aún en formación, es más sensible a la radiación solar. Sobra decir que debemos optar por gafas homologadas que especifiquen el filtro solar que usan y se adapten bien a la cara del niño.
La ropa ligera, la hidratación frecuente (ingesta de agua) y, sobre todo, la medición de los tiempos de exposición directa nos ayudarán a protegernos de quemaduras, insolaciones y golpes de calor. No olvidemos que, por mucho que ansiemos el bronceado perfecto, lo primero es la salud.